đź“– Cuentos

La Matagallinas

Se levantaba Lorena en la tarde de su petate después de un día laborioso en el campo. Ella era la hermana de en medio de siete hijos, no podía exigir mucho pero al ser la única mujer por lo menos tenía un cuarto para ella sola.

Aunque decirle cuarto a ese lugar era tenerle mucha fe; era un cuadro de dos metros por dos metros, estaba hecho de adobe y tenía una pequeña ventana cubierta por una especie de tela que antes correspondía a su traje típico de cuando era pequeña. . En su interior solo contaba con su petate, una cómoda en donde guardaba sus cosas personales y una estantería donde guardaba su ropa bien doblada y planchada.

Los rayos del sol se extinguían lentamente, su siesta le había devuelto las ganas y el ánimo de seguir.

Su madre, tan ensimismada en las cosas del hogar, luchaba por matar a una gallina doblandole el pescuezo cuando la vio salir:

  • ¡Lorena! - La llamo algo molesta- ayudame a matar a esta condenada, por más que le doy y le doy no cede y tu papá ya va a venir del campo y espera su caldo de gallina- decĂ­a mientras tenĂ­a a la pobre criatura en sus manos sufriendo más de lo que debĂ­a.
  • Ay mama, esa ya se shukio, más seguro que por el estrĂ©s le reventĂł la hiel, dĂ©jela- decia con pena- no solo que tan gorda que estaba - la veĂ­a triste.
  • ÂżSerá? - Vio a la gallina temblando y con los ojos desorbitados - bueno, ni modo, terminala de matar y si se le rompiĂł la hiel mata otra, que vos tenes buena mano para matarla.
  • Lorena vio a su madre con cara juzgona, desde pequeña le habĂ­an enseñado a matar gallinas y por alguna razĂłn era buena haciendo eso. Las pobres gallinas empezaban a cacarear con fuerza cada que la miraban, como si ellas supieran que su verdugo se aproximaba.

    Adventure Time - Marceline